Aprendí a vestir mi desnudez en la imperfección de mi cuerpo y desde entonces me siento más libre, pues no necesito un cuerpo perfecto para disfrutar mi desnudez. No hay vergüenza, porque lo que viene por naturaleza no debe ser motivo de censura y tabúes. Aprendí a sentir vergüenza cuando sentí que me importaba "el que dirán los demás", eso que nunca, jamás en la vida nos debe importar. Vestir mi desnudez es todo un privilegio en este cuerpo que no es el de los demás, es el mío y por tanto es único.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Tatiana Sandoval
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