¿O estoy fuera de la onda social, o me siento en un ambiente contaminado terriblemente por el "ruido" que generan canciones a las que se les considera música?
Así como las religiones, las tendencias políticas, entre otras diferencias son respetables, los géneros musicales también lo son, pero existe un límite. En el bus, en el trabajo, en la calle, en la radio, en todos lados nos chocamos con las canciones trilladas de siempre. "Que si me llamas nos vamos pa' tu casa, nos quedamos en la cama sin pijama", "Pero no me acuerdo y si no me acuerdo no pasó", "Dale duro que me gusta...", "a mí me gustan los mayores...", etc. Toda esta letra sexualizada es la moda a la que muchos se acomodan. Las letras son entonadas a todo pulmón, tal parece que hoy en día no importa el contenido sino el ritmo.
En estos tiempos dos palabras que mencionen infidelidad o hablen de contacto sexual se hacen canción. No hay mucho que pensar para escribir la letra de una canción ni tener buena voz para cantar. Es suficiente para las discográficas que el artista sea 'pintero' y se muestre lo más desnudo posible en los videos. Las nuevas generaciones ya no sólo llegan a este mundo a respirar aire contaminado sino también a escuchar el ruido de aquella mal llamada música 🤔. En la actualidad, niños y niñas, ni bien empiezan a hablar y ya saben tararear las "canciones" que invitan a reproducir la infidelidad y el descontrol del cuerpo.
Me quedo en mis viejos tiempos donde sí costaba trabajo comprender, aprender y tratar de interpretar una canción. Me quedo en los tiempos donde la música aportaba para transformar a la sociedad positivamente y nos daba la mano para evolucionar como seres humanos. Me quedo con la música que me hacía soñar y despertar con ganas de luchar por un mundo nuevo. Me quedo con los recuerdos de tiempos buenos que aún permanecen vivos en la memoria y que no quieren dejarse desplazar por materiales musicales desechables.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Mabel Cox
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