La historia se repite, sólo ha cambiado de forma, pero el fondo sigue siendo el mismo. Las artimañas políticas dominando el cerebro de un pueblo. Cada vez que despierto me sigue resultando extraño que un sólo hombre sea capaz de someter a un pueblo a su voluntad y a su desastre. Este sentimiento de extrañeza deja de serlo, porque comprendo que es el pueblo el que ha decidido aquello y el que desea permanecer allí, porque sólo espera un mártir o por lo menos un héroe que lo libere de la celda a la que él mismo decidió ingresar.
Cuando leo los pensamientos de Eloy Alfaro, no sólo me adentro al Viejo Luchador, me adentro al ser humano que dejó su familia, su vida personal por entregarse por completo a la Patria. Leo también al Alfaro que se alejó en algún momento de toda esa presión social para buscar la paz y luego retornar. Leo al Alfaro que llegó a maldecir su propia lucha que lo distanciaba de sus seres amados.
Leo al Alfaro que como ahora yo estoy comprendiendo que muchas de las veces el pueblo se ciega por el odio y ese odio lo hace cometer tremendas equivocaciones. Un pueblo cegado por el odio no le importa los antecedentes del candidato por el que se inclina, sólo le interesa sacar al otro con otro cualquiera.
Artículo: Tatiana Sandoval
Diseño: Tatiana Sandoval
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