Frecuentemente escucho a muchas mujeres quejarse de su cuerpo, inclusive hay quienes llegan al extremo de odiarlo y de someterse a diversos métodos para lograr el cuerpo deseado. Todas se repiten: “estoy gorda”, así no lo estén o realmente lo estén. Todos los alimentos al parecer les engordan y paradójicamente aquellas mujeres que aluden eso pasan picando entre comidas todo el tiempo y a la hora del almuerzo van con una miseria de alimentos (supuestamente se encuentran a dieta) y así viven de apariencias.
Todas pasamos por esos momentos en los que nuestro cuerpo al parecer resulta ser horrible frente al espejo, y por tanto nos sentimos unos monstruos frente a los demás. Personalmente viví muchos desórdenes alimenticios hasta que comprendí que no es la comida la culpable del volumen de nuestro cuerpo, es nuestro estilo de vida. Llegó ese instante en que sentí que comer era un placer y no un martirio (que muchos mueren de hambre porque no tienen que comer mientras yo me mataba de hambre teniendo muchos alimentos que servirme).
Ahora no me siento gorda ni flaca y no me interesa ser ninguna de las dos ni tampoco que los demás me llamen por cualquiera de esos dos apelativos. Ahora me siento yo misma, con el cuerpo que amo y respeto. Ahora me siento sana, como sin culpabilidad y sin restricciones. Practico todos los deportes que quiero y me siento con energía suficiente para hacerlo. Mi cuerpo ahora es el equilibrio entre lo que como y lo que quemo en calorías haciendo los ejercicios que me placen hacer. Mi cuerpo felizmente no es el de ninguna modelo, es mi propio cuerpo, el que me hace sonreír, el que se siente sin complejos. Por eso ahora me es aturdidor escuchar las quejas que muchas mujeres realizan de su cuerpo, engañándose con dietas y con un plan de ejercicios que no llegan a cumplir al final de la semana. Quejarse es perder el tiempo, ese tiempo perdido lo puedo invertir haciendo ejercicio, saliendo de la comodidad y esforzándome por practicar deporte por salud y no por belleza.
Ama tu cuerpo, ámate a ti misma. La naturaleza es tan diversa que cada uno tiene la dicha de contar con un cuerpo exclusivo. En lugar de envidiar el cuerpo de otras, fijémonos en lo afortunadas que somos de tener un cuerpo que no tiene otro. Vive agradecida con la naturaleza y trabaja con honestidad por el cuerpo que deseas.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Mabel Cox
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