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Foto del escritorTatiana Sandoval Pizarro

Uno que no se considera ni gordo ni delgado ni flaco

Uno que no se considera ni gordo ni delgado ni flaco, la sociedad se toma el tiempo de clasificarlo en algún tipo de cuerpo.

Por ahora hablaré de los “flacos” que según los estudios no son iguales a los delgados, aunque la gente generalmente los use como sinónimos. Sigamos con los flacos, con esos que según la gente ya se arrancan y si viene un viento fuerte se los va llevando (la verdad es que en ciertas ocasiones sí sentí que el viento me llevaba, pero por la fuerza del fenómeno natural, no por mí). Los flacos, esos que son comentados como enfermos, anoréxicos, demacrados o con una lombriz solitaria en el estómago que los privilegia para no engordar. ¡Qué envidia! dicen algunos, comen lo que quieren, no hacen ejercicio y no engordan. Lo cierto es que, algunos flacos tienen un metabolismo acelerado por naturaleza y otros flacos no lo tienen, sin embargo, así como comen gastan energía en actividades deportivas. También están las personas con problemas de obesidad que lograron bajar de peso haciendo dietas, ejercicio físico o sometiéndose a una cirugía. A esto hay que sumar las personas que realmente atraviesan enfermedades crónicas que afectan notablemente su peso corporal. Hay toda clase de flacos y todos por igual criticados.

Los flacos, esos pobrecitos que sufren tanto y no logran engordar. A lo largo de mi vida he pasado por diferentes tipos de peso corporal y en todos he recibido la opinión de la gente que no invocas, pero que ahí está como si la estuvieras pidiendo a gritos. El “¿cómo estás?” se ha sustituido por el: “Te has engordado” (no pues si no me lo dice no me doy cuenta). “Estás muy flaca, no estás comiendo. ¿Estás enferma? ¿Estás sufriendo? Debes tener anemia (como si sólo los flacos la padecieran)”. “Ya se te ve mejor, estás cachetoncita, quédate así que se te ve bonita (como si el cuerpo de las personas fuera algo inmune a toda clase de cambios).

Los flacos, los esqueléticos, los que son más huesos que carne, los que “no tienen fuerza para vivir”. Cuántas veces fui a los médicos, todos mandándome a subir de peso y sorprendidos, porque a pesar de mi apariencia corporal, en los exámenes que me realizaban nunca presenté anemia ni me diagnosticaron algún tipo de enfermedad que influenciara en mi peso. De todos ellos, hubo un joven médico que marcó mi vida: “Tatiana, no les hagas caso, los flacos somos fuertes”. Como lo dije al inicio, no me considero ni gorda ni delgada ni flaca, pero sí fuerte con independencia de mi peso corporal. Aprendí que el cuerpo es salud, no estética ni el cuerpo que otros quieren imponerme. Como lo suficiente y paso activa casi todo el día, por eso no tengo reparos en comer cuando a mi cuerpo se le acaba el combustible.


Este es mi cuerpo y el de nadie más, así que los demás no deberían andar preocupados por mi figura corporal.

Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Patricio Vásquez


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