18 años recién cumplidos (en plena mayoría de edad).
Esta fotografía representa aquellos tiempos por los que muchos adolescentes y jóvenes pasamos, esos tiempos en los que estamos tratando de comprender al mundo o buscando que este nos comprenda. Llegamos a los 18 y al cambiar de zapatos nos damos cuenta que estos aún nos quedan grandes y que debemos pisar con cuidado, que debemos andar para equivocarnos y acertar, para aprender y enseñar; que si el miedo nos gana no avanzaremos en el tiempo y el tiempo no perdonará nuestra falta de marcha en este viaje por la vida.
Esta fotografía me recuerda a una Tatiana tímida, enfrentándose a las circunstancias de su propia edad, con problemas de aceptación física, incapaz hasta ese entonces de amarse a sí misma. Una Tatiana a la que no le gustaba verse al espejo para no contemplar su fealdad ni su gordura, porque así se sentía sin mayor explicación y con razón alguna. Una Tatiana a la que le hicieron creer y que se creyó que no era bonita, porque no se maquillaba y que por estudiar demasiado la belleza física no venía incluida. Una Tatiana que como toda adolescente aturdida por los parámetros que la sociedad establece para la belleza fue cayendo reiteradamente en problemas de alimentación, caminando a la anorexia. Y son estas experiencias las que te levantan con otra mirada, comprendiendo que el valor de la belleza no está en un cuerpo voluptuoso ni en un rostro impecable sino en la seda de tu corazón y en la fortaleza de tus pensamientos. De esas caídas aprendes que debes sentirte bello y bella para ti mismo y no para los otros, los otros sólo apreciarán lo que les conviene; de esas caídas te empiezas a amar y a abrazar como tu mejor amiga o amigo, te reconcilias con tu propio yo y compartes lo que viviste y sentiste para que otros también se logren levantar cuando crean equivocadamente que no son hermosos, porque no cumplen con los torpes requisitos que impone la sociedad.
Los seres humanos no somos el estuche, somos lo que está adentro.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Marcela Pizarro
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