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Sospecha de amor

Cuatroscientos cuarenta y cuatro escalones,

parecían tomados de la mano,

aunque solo fueran dos corazones

queriendo amarse sin levantar sospechas.


Avanzaban al Cerro Santa Ana

y al pináculo de un beso

entre los candelabros de la ciudad

y la mirada del río Guayas.


Ella lo amaba sin sospechas,

se lo confesó en el barrio Las Peñas,

él le entregó una flor que le robó su amor.

Almas emancipadas, envueltos en sus propios

hálitos se aguantaban la primera

caricia en sus labios.



Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Anónima


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