Me preguntan cómo supe
que era el correcto,
la verdad ni siquiera
pensé en que él tenía que ser el correcto.
Solo sé que mi corazón
me empujó a recibir su primer beso,
ese primer beso que me supo a libertad
como si hubiese untado
mermelada de guayaba
en mi pan integral.
Confieso que se apoderó de mí
el miedo, cuando me di cuenta
que había un sentimiento
que estallaba en mis adentros
y que estaba loco por gritar:
“estoy enamorada de ti”.
Mientras me duchaba
mis pensamientos lidiaban una batalla.
“Tatiana, no te enamores”.
“Tatiana, solo estás ilusionada”.
“Tatiana, él es el hombre imperfecto
que tanto habías anhelado y tú
la imperfecta para él”.
“Tatiana, solo vive este maravilloso
sentimiento y serás muy feliz”.
Y así fue. Me atreví con todos mis miedos
a vivir un amor tan libre
junto a él en una ciudad no planificada.
No es una historia de un príncipe
y una princesa, porque ninguno
de los dos cree en cuento de hadas,
sino en el amor.
Es la historia que hacemos los dos
cada día siendo quienes somos
y no hemos dejado de ser.
Esa fue la señal para elegirlo
y que me eligiera.
La señal de la libertad
que me sabe a mermelada de guayaba
fue la que me guio a despertar felizmente
cada día en sus brazos,
la que por encima de todo me dijo:
“solo vive lo que tengas que vivir
y con quién lo quieras compartir,
porque tú lo decidiste”.
Nos merecíamos y nos merecemos
y por eso transitamos un gran camino,
cada uno con sus propias experiencias
para luego encontrarnos como
si siempre nos hubiésemos estado
esperando sin conocernos.
2017
2018
2019
2020
2021
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Mabel Cox & Patricio Vásquez
Comments