Los valores
en la vitrina se empañan
en los vidrios
que nadie limpia.
El alma
con un trasplante de cuerpo
que nunca pidió,
que nunca necesitó.
Las canciones de hoy
desnudando al sexo
que ya no es íntimo,
todo se danza pegadito
a los deseos públicos
del cuerpo.
En los centros comerciales
ya no se va a comprar;
me los mostró
en ese cuarto de vigilancia,
me mostró a aquellos
que van a robar
burlándose de las cámaras,
de esas cámaras
que por mucho rato
nadie mira
hasta cuando algo falta.
¡Ay del descuidado!
que deja el celular
en la percha,
apenas se da la vuelta
el vivo se lo ha cogido.
Ser honrado
ahora es no robar con una arma,
pero si tomar lo que el olvidadizo
ha dejado a la vista del sabido.
Hay más mujeres
en el quirófano
aumentándose los glúteos
y los senos, haciéndose
la liposucción,
que niños recibiendo
un trasplante
de corazón o riñón
para tener un futuro feliz.
Hay más comida desperdiciándose
que pequeños alimentándose,
hay menos agua
y más alcohol,
hay más peleas mortales
que eternas reconciliaciones.
Hay más ladrones
y falsos en la política
aprovechándose del poder
que les da el pueblo
y hay menos justicia,
mientras las necesidades
se multiplican.
Hay más dosis de drogas
para perderse del mundo,
por eso hay más perdidos
que encontrados
en esos caminos
de los que
no encuentran
cómo salir.
Voy a tomar el bus
y veo las fotografías
de los desaparecidos
y a la semana siguiente
son cadáveres
buscando identificación
en la morgue.
Hay más enfermos
que sanos
y hay más enfermedades
que se producen
por los alimentos
artificiales que consumimos
y el aire contaminado
que respiramos.
Hay más y cada vez más
ganas de matar
que el respeto por la vida.
Hay más abortos
que registros de compras
de preservativos.
Hay más de eso
que ya no quiero ver
y menos de lo que
quisiera escuchar
y hay más
de lo que quiero cambiar
con un pedacito de mi poesía.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Mabel Cox
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