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Foto del escritorTatiana Sandoval Pizarro

Que el éxito deje de ser una obligación

El éxito, uno más de los reglamentos sociales


¿Es que acaso estamos condenados a tener éxito para no ser unos perros fracasados como canta Miguel Mateos?


Como tantas otras cosas que se crean socialmente, el éxito surgió y con él también nació el fracaso para diferenciar a los exitosos de los fracasados (valga esta redundancia en la antonimia de la vida). Entonces, nos dijeron que es exitoso el vecino que se compró un carro último modelo gracias a que tiene un trabajo estable en el que gana más de un salario básico, la vecina que se casó por lo civil-eclesiástico y armó tremendo fiestón, el amigo que se graduó de ingeniero, arquitecto, licenciado, etc. y también aquel que luego siguió un posgrado en el exterior. Nos repitieron que los exitosos tienen casa propia, manejan tarjetas de crédito, viajan a la USA o a Europa, acceden a servicios privados, son famosos, salen en medios de comunicación de renombre, tienen la capacidad económica para comprarse todo lo que quieran cuando quieran ya sea para divertirse, conservar la juventud y belleza o mantener cuerpos esculturales.


Y nos compararon, nos dijeron desde pequeños: tienes que ser como él o ella, una persona de éxito. Además nos pusieron los malos ejemplos: no debes ser como él o ella, un fracasado que se convirtió en padre o madre antes de tiempo, que abandonó la carrera o se jaló varios semestres, que vive con su pareja en el “pecado”, que no tiene trabajo, que apenas gana el sueldo básico, que a lo mucho le alcanza para ir de paseo a las piscinas municipales o salir a los parques, etc. Nos insistieron en que eso es no tener aspiraciones.


Entre tener o no tener se define el éxito. Entre seguir o no seguir los patrones de éxito se concluye el fracaso. Por eso, empecé a cuestionar el significado del éxito al darme cuenta que así como yo, muchas personas no cumplimos con estos parámetros establecidos, pues abandoné dos veces la carrera de Comunicación Social, no cuento con un trabajo fijo, no tengo casa ni carro, conviví con mi pareja fuera del “contrato matrimonial”, no tengo el corpazo por el que muchos enloquecen, no soy famosa ni nada por el estilo. ¿Entonces estamos en el bando de los fracasados? Para el orden institucional somos parte de ese bando que no existe, pues tanto el éxito como el fracaso constituyen un imaginario social (concepto creado por Cornelius Castoriadis).


En lugar de definir a alguien como exitoso o fracasado, deberíamos empezar a comprender que ni éxito ni fracaso construyen humanidad y si hay algo que debemos pedir en el 2022 es ser verdaderamente humanos o mejores seres humanos de lo que ya lo hemos intentado.

Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Patricio Vásquez

Diseño: Tatiana Sandoval


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