Si pudiera entender al mundo preferiría no entenderlo;
si pudiera comprar al planeta
ni lo intentaría,
suficiente es que muchos
estén haciendo fila
para venderlo todo
desde el oxígeno
hasta la última gota de agua
para llevar a tu boca.
Si pudiera ser eterna en este planeta
preferiría seguir siendo mortal.
Si aprendiera aceptar lo abominable
para sobrevivir, preferiría respirar
toda la atmósfera contaminada
que me heredaron
y no me enseñaron a desheredar.
Si pudiera pellizcar al viento,
mis manos se atreverían
con la audacia de un ladrón de corbata
que viste de elegancia las pesadillas.
Si pudiera poner un punto final
a lo que escribo, no lo pondría,
porque no quiero dejar de pensar,
aunque sé que tengo que culminar
un capítulo más.
Sólo un punto detiene mi pensamiento,
sólo un punto quiero ponerle al mundo
para saber si hay otro reinventándose
con las mismas codicias
y las ganas de migrar a resucitar
en otro asteroide.
Si pudiera abrasar los privilegios
me faltarían cerillas para hacerlo.
¿Por qué no puedo hacer lo que puedo?,
¿hablar cuando callo y callar cuando hablo?
Si pudiera dejaría de poder,
tal vez mi poder no es poder,
porque no sirve el poder de tener
sino el poder de hacer.
Si pudiera decir algo más en este escrito
lo diría, pero las medidas y el tiempo
son ese espacio en el que andar
tiene un límite que no necesariamente
me limita la conciencia.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Mabel Cox
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