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Foto del escritorTatiana Sandoval Pizarro

El suspiro de mi patria

-Preparé café señor,

¿desea que le sirva la 

mitad de lo que contiene

esta taza? Su bostezo me dice

que no. Después llega otro

bostezo. No seguiré

insistiendo, ya entendí

que el café no se puede compartir.


-Tengo una galleta señor,

¿desea tal vez?; empieza

a estornudar. Entiendo

que sí, pero me gruñe

porque la dividí en dos

y es que yo también quiero

un pedazo de galleta.


 -Está bien señor, mejor me sentaré

y escucharé su discurso.

Adelante.

Habla el Señor:

-¡Vaya, hasta que puedo empezar!

Bien... te diré que debes incrementar

las ganancias, recuerda que…

ganamos nosotros y ganan ustedes.

Además debes buscar un traje

más acorde a tú cargo.

Debes exigir que te llamen Señorita.

Debes mandar a la mierda a los que

no te obedecen,

no nos interesa su voluntad,

la mía es la que pesa

sobre esas mierdas,

tú y yo estamos sobre ellos.

Los honestos no sirven,

¿qué fuera de este país

si la corrupción no existiera?,

creo que más bien tú estarías

pagando prisión por ser honesta.

La solidaridad déjala

para otro momento,

aquí no somos Madre Teresa de Calcuta.

Olvídate de la revolución,

que hagan revolución los pendejos,

que luchen la democracia y la soberanía

esos dizques socialistas que firman su muerte

desde que se enloquecen por darles

pan, salud y educación a los pobres.


Jovencita no creas que mañana

amanecerá afuera,

mañana sólo hay aquí,

en esta dimensión donde circula

lo que nos da para vivir, el dinero.


Aterriza niña, la Patria no se construye

desde tú horizonte, el horizonte es un

imperio y ahí debes mirar para siempre.


La conciencia cívica es para los ilusos

de las ciencias humanas que queman 

sus pestañas en la universidad

y al final terminan haciendo

de todo para mantenerse,

menos filosofía para venderla en los

grandes mercados, esa la terminan 

regalando en las plazas y en los parques.


Mírame a los ojos, necesito que entiendas

que el mundo es pequeño para 

inundarlo de pensamientos.

Que no puedes compartir un café

porque no puedes ser mal educada,

que no puedes racionar una galleta 

porque no puedes acercar el olor de

la pobreza a nuestras narices.


Renuncia a tus ideas de un mundo 

mejor, justo, equitativo, cuando nadie

es justo, equitativo y bondadoso contigo.

Puedes reírte de la pobreza, pero 

no reír con ella para rebelarla.


¿Me escuchas?, no hay héroes de la Patria,

tú no puedes dedicar tú vida

a pensar en los demás,

tú no puedes creer en la dignidad

de los otros, porque ellos

nacieron sin dignidad.


Escucha niña, las fronteras no se derriban,

se subdividen, la salud del planeta

se negocia. El futuro es una fantasía

para tú generación,

para las generaciones

que nacen en este momento.


No me suspires la Patria, porque

aún no entiendes que las personas como tú

y yo fuimos creadas para ser ricas

con los petrodólares.

Que no te duelan las necesidades de los 

que sostienen nuestra riqueza.

Niña entiende que las diferencias

son inevitables,

que lo negro no puede ser blanco, 

que lo blanco no puede ser negro,

que nuestra ley es mandar y la 

de ellos ser mandados.


Entendiste, te repito sí entendiste,

contéstame, no te calles como siempre,

¡CONTÉSTAMEEEEEEEEEE...!


Su grito por un segundo tembló el

suspiro de mi Patria, sudaba de frío,

los dientes se me congelaron,

la lengua se me enredó para decirle

que sí (a gritos)… que sí entendí,

y se lo dije, le dije que sí,

y se me río a carcajadas.


Pensé que esta guerra fría había 

terminado, pero luego me insistió

en que repitiera lo que dijo.


Entonces suspiré fuerte por mi Patria,

me arranqué los nervios y contesté:


-Debo incrementar las ganancias,

ganamos nosotros y ganan ustedes.

Debo cambiar de traje, para ello

necesito si su majestad

me lo concediera, una beata y una

cruz de oro para adornar mi atavío.

Me pondré afuera de la Sixtina

y los subastaré, con esa ganancia

daré de comer y vestir a los

pobres que se arrinconan en las

paredes de las iglesias,

gana usted señor popularidad por

el despojo, ganan los desposeídos

abrigo y subsistencia.


Permítame continuar respondiendo

señor. Le agradecería

que al interrumpirme

me dijera señorita. ¡Gracias!

Con título o sin título la humanidad

no se engrandece

ni se manda a la mierda

a los que la voluntad

de una sola persona 

sin respaldo popular

no tiene ni la letra de inicio.

Nadie está sobre el pueblo,

el pueblo está sobre usted,

solo que sus ojos azules

no pueden ver esa multitud

de voluntades que usted mismo

ha cegado a punta de fuego

para no verla.


La corrupción en este país existe

porque hay corruptos

como usted que la permiten.

Los honestos se vencen porque creen

como usted que la corrupción

es un cáncer avanzado

que ya no deja células vivas.

La solidaridad señor no se persigna

en la Madre Teresa, se reivindica

en las manos que se extienden

para levantar a los humanos

como usted que necesitan morir

de pie y abrazados dignamente.


No me olvido de la revolución

porque vive conmigo,

en mi vida pendeja

de los pendejos como usted.

La democracia y la soberanía son 

el legado de los mártires

de  mi Patria, la herencia

multimillonaria que usted

no puede recibir, comprar ni vender.

Estoy a su izquierda, hablándole

más entendida de lo que me hizo

entender. Soy socialista señor.

Soy de izquierda y no me enloquezco

por vestir y alimentar a los pobres

con sueldos de miseria

como los que usted proporciona;

señor, yo me enloquezco

por nutrir a mi gente de filosofía,

de un mañana cierto que fuera

de este imperio si es posible.


Señor, afuera hay un sol

que calienta a mi Patria,

que anima a mi pueblo,

ellos lo ven, usted no…

porque vive aquí,

derritiéndose por salir a ver

al astro rey.


Señor, afuera hay un horizonte inmenso,

usted nunca lo conocerá

porque su  horizonte

sólo son estas paredes.

La filosofía no se vende,

los socialistas no vendemos ideas

ni utopías, compartimos humanidad,

la ciencia que se puede experimentar

no para salvar a unos pocos,

sino para salvar a todos,

inclusive a usted.

Mi conciencia no es ilusa,

la suya sí porque parece

ser de petróleo.


Míreme a los ojos señor, el mundo

es tan grande que no cabe en sus ojos,

los pensamientos inundan, unos vacíos,

otros llenos, pero inundan señor.


Y sí, puedo compartir este café y 

ésta galleta no por miseria,

no por mala educación.

Sí los puedo compartir

porque a mí no me huele ni me sabe

mal la pobreza. Lo que me atora

son las vanaglorias,

los llenos que ocupan solo partes

y luego se botan.


No renunciaré a mis ideas,

renunciaré cuando usted renuncie

a las suyas y podamos estar iguales.

A mí no me regalan la justicia,

a mí me la cobran los injustos

 y la comparten los verdugos.


Puedo reírme de dar lo que no soy,

no de lo que no tengo, doy lo que

mi corazón palpita, doy lo 

que no recibo, porque nadie puede

dar lo que recibe, sino imagínese...

fuera una réplica de usted.


Las fronteras están aquí golpeándonos

en la nariz la dignidad que

es de todos, no solo de su país.

Las fronteras existen porque usted

no sale a saludar al mundo,

porque usted no sabe lo que es

respirar el aire libre.

Y si no hay presente y futuro

es porque usted se encargó

de hacerlos fantasía.


Suspiro por mi Patria porque me duele,

como a usted algún día le dolerán

los petrodólares desvaneciéndose

en sus manos, en las manos

con las hoy manosea

las necesidades de los otros,

de los que están cerca de usted

aumentando sus bonanzas,

preparándose para mandar al carajo

su mandato, su imperio, su voluntad.


Así me preparo yo señor,

porque a lo único que puedo renunciar

es a la ignorancia y a su indolencia.


Me entendió señor, me entendió,

entendió a mi Patria, a su Patria,

a la que ahora usted insulta

con el régimen del capitalismo,

ofertando y demandando

el legado de nuestros héroes.

Afuera señor están las rocas,

aquí los cristales,

afuera está la historia,

aquí la polilla de ideas

que ya no sirven.


Afuera señor está mi Patria,

aquí su palacio,

afuera están mis hermanos,

aquí los amigos de sus enemigos.

Afuera está el corazón de mi pueblo

y la sangre de los huelguistas.


Entendió señor,

ENTENDIÓOOOOOOOO...

Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Patricio Vásquez


¡Muchas gracias por compartirme su tiempo! Si estos versos les gustaron y consideran que pueden gustarles a otros no dejen de compartirlos. ¡Sean felices siempre! 😃


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