La gente está corriendo en las calles,
los súper mercados están colapsados,
los vendedores ambulantes apuestan
la cena por una tercera comida a las doce.
Ya no quedan pavos para rellenarse.
Los niños y las niñas ya no piden juguetes,
ahora encargan una tableta a sus padres.
Papá Noel está de vacaciones,
ha dejado las maletas,
quizás llegue en noche buena
devolviendo cartas sin firmarse.
En el piso del árbol los obsequios
están vacíos, simular tener algo
es una agradable sorpresa,
recibir las gracias es la mejor respuesta.
Se han colgado luces, campanas, estrellas,
lazos, velas, coronas en las puertas
y afuera alguien espera ser invitado.
El pan de pascua y el chocolate caliente
se comparten en diferentes lugares
y la ilusión de alcanzar la canasta
en un palo encebado se sujeta.
Los amigos secretos intercambian empaques,
hay otros que envuelven abrazos
para sus familias y amistades.
Se rompieron las fundas
de los caramelos, bombones y galletas,
quedaron regados en la mesa
las travesuras y las más dulces ideas.
En diciembre se prende la solidaridad,
¡ojalá nunca se apague!
Que las ofertas de paz que hoy llueven,
mañana no tengan que descontarse.
Que este nuevo alumbramiento
nos contagie de felicidad a todos,
que nos mantenga abrigados de amor
y desnudos de resentimientos.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Patricio Vásquez
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