Por qué si amándote
con toda la pasión
que hay en mi vida
se me pasa la vida
junto a él.
Por qué si tú eres el volcán
que estalla en mi cuerpo
me quedo con las cenizas
de su cigarro que me provoca
en el cansancio.
Él es exacto, no admite
errores numéricos
y tú no me permites una sola
falta de ortografía.
Yo no soy exacta, no quiero serlo
y lo tengo que ser por él,
entonces espero el par de horas
que tengo contigo para divertirme
tildando las imperfecciones.
A él no lo levanta de su asiento
ni el hambre, ni la sed, ni el frío,
a ti te ponen de pie
hasta las ganas de ver
cómo se oculta el sol,
cómo se estampan
las estrellas en el firmamento.
Por qué sí es tan
dulce tú presencia
soporto la soledad
que me causa él
en el absurdo de
quitarme esta ausencia.
Por qué sí contigo las derrotas
saben mejor que las victorias
me quedo con la plusvalía
de sus glorias.
Para perderme contigo
no necesito permiso,
para salir con él
una nota firmada
en los archivos.
Soy más significado de tú diccionario
que números de su calculadora
y sin embargo él pasa
más tiempo conmigo,
más del que no lo necesito.
Me llena de papeles
la cabeza, tú llenas
los papeles de mi cabeza,
por eso brindo a tú nombre
todos los renglones
que me insinúas.
Por qué si estudiándote
como te he estudiado
él se dicta con todas sus cifras
en mi rutina.
Soy tan feliz contigo
que la sonrisa
se me extiende
de verso a poesía.
Espero que mi vejez
no te alcance
ahora que me soy infiel
por buscarte cuando te traspapelas
entre mis emociones
y la fe que le tengo a mis dolores.
Sé que te enojas
y te entristeces
porque no puedo
estar contigo.
No hay idilios
sin besos escondidos
ni escondites que no se revelen
en las voces de la literatura
de la que aún yo sigo enamorada
con toda la vehemencia
desde que aprendí
a escribir mis primeras letras.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Patricio Vásquez
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