Me enamoré de esta tierra
en la que no nací, pero vivo aquí
hace quince años. Me enamoré de la frontera
en la que no jugué mi infancia,
pero en la que desde los nueve años
aprendí a exclamarle mi civismo,
a entonar su himno escrito por un coterráneo,
a identificarme con su escudo y su bandera.
Así cambiaron mis costumbres.
No quería llegar aquí, empapada de lágrimas
mis papás me subieron al furgón
para traerme a lo más cerquita del sur.
Aquí culminó mi infancia,
luego mi adolescencia,
aquí tengo mi juventud,
aquí le hago ver estrellas
a los politiqueros que la gobernaron
y la siguen gobernando.
Aquí asumí mis responsabilidades
como ciudadana, aquí en lo caliente
de la frontera se me quemaron las ganas
de ver la revolución en palabras
y decidí revolucionarlos a todos
y reclamar juntos nuestros derechos
de participación ciudadana
por una política social y transparente.
Aún creo que nadie me cree
que sí se puede hacer política transparente,
aún creo que ya me están creyendo,
que la perseverancia me ha llevado a la lucha
y la lucha a liberar a este pueblo de los politiqueros.
Se han contagiado las esperanzas
y las esperanzas me hacen ver
que aquí está mi Patria,
la que quiero heredar para mis hijos,
después de nutrirla de valores
y de buenos principios por una
nueva cultura social y política.
Me enamoré de esta tierra
aunque a veces no la entienda,
aunque me aturdan de chismes,
aprendí a escucharlos y a no hacerles
caso, aprendí a sentir las emociones
de sus habitantes y a enseñarles que es
bueno controlarse, que es mejor
ser proactivos y no reactivos.
Me enamoré de esta tierra
que pone en jaque mi cabeza,
que me hace pensarla todo el tiempo,
que creció con el populismo,
con "políticos" de escenarios
y propuestas demagógicas,
con los que siempre les dicen a los
jóvenes: “yo te hice…”,
es que a ellos probablemente
si los hicieron y los hicieron mal,
esa es su frustración, no poder
manipular el corazón y los pensamientos
de la nueva generación.
Me enamoré de esta tierra
que a veces no me entiende,
que me presiona, que me acoge
y me abandona, pero la quiero así.
Aquí aprendí a ser valiente,
a practicar mis ideas,
a hacer de mis sueños la vida entera.
Me enamoré de esta tierra,
en la que perdí los miedos,
en la que conocí a mis
verdaderos amigos, en la que también
me han traicionado y me han lastimado
con los engaños, pero aquí estoy
porque la vida es a todo color.
Aquí estoy para los que quieren
compartir mis ideales, para los
que quieren cambiar positivamente
el presente y el futuro de este cantón.
Aquí estoy para todos,
para los que quieren y no quieren,
para los que me agreden
y los que me admiran,
para los que soy indiferente,
para los que soy algo
para los que no soy nada.
Aquí estoy para la alegría de muchos,
para el coraje de pocos
que no se resignan a cambiar de sistema
porque quieren seguir sometiendo
con su arcaísmo a nuestro pueblo.
Con toda la convicción que me
ha dado la tierra que más amo,
no desmayan las fuerzas para continuar
en la batalla hasta que nuevos días
amanezcan y no interesan quienes
quieran taparnos el sol,
ya la gran mayoría ha despertado,
ya están iluminados de conocimiento
y el conocimiento nos ha dado el poder
para alzarnos contra los nuevos dictadores,
los que ya no te callan a punta de fuego
sino negándote tus derechos,
escondiéndote el presupuesto,
dejándote a un lado de las sesiones
de concejo, prometiéndote obras a cambio
de apoyar su administración,
los que te quieren regalar lo que por
derecho te corresponde,
los que cobran sueldo para gobernarte
y se llevan tus recursos manipulándote.
Contra esos tiranos nos estamos sublevando,
y no nos importa cómo nos llamen,
que nos llamen como quieran,
que las acciones honestas
no se bautizan con las sátiras
sino con la voluntad de un pueblo
decidido a liberarse de sus frustraciones.
Me enamoré de esta tierra
y el día en que tenga que dejarla
se quedará un pedazo
de mi vida para siempre con ella.
Huaquillas - Provincia de El Oro
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Tatiana Sandoval
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