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Maestras, maestros que me educaron para la vida

Quiero agradecer a mis maestras

y maestros sin evocar sus nombres,

alguno de ellos podría

escaparse de mis remembranzas

y su constante en mis pensamientos

se debe a sus enseñanzas.

Gracias a quien me puso

delante del público

sintiendo lo que digo.

“Echarla a mi hija…”

fue la primera poesía

de mis ensayos,

la que me hizo regresar a casa

a las dieciséis horas,

la que mis padres escucharon

declamar de mis labios

después de estar preocupados

porque todo el tiempo

me lo pasaba en la escuela.

Gracias a mi maestra de primaria

aprendí a pisar los nervios

en la puerta de mi casa.


Gracias a quien no me perdonó

ni una décima por no graficar

la tilde en las palabras que la llevaban,

por ella hoy me paso tildando

las columnas y los titulares

de los diarios para comprender

lo que quieren decirme.


Con ella también enterré

el NO PUEDO y hoy

se lo repito a mi madre

que padece discapacidad física

que el no puedo no existe,

que en el patio del colegio

hace doce años lo despedimos.


De la misma maestra

aprendí a colocar todos los dedos

sobre el teclado de la máquina

de escribir, memoricé la ubicación

de las letras y hoy mi mente domina

el teclado del computador

para la redacción de mis

creaciones literarias.


Gracias también a mi maestra

de lenguaje y literatura

que no me enseñó

a repetir lo que ya está escrito

sino a escribir lo que aún

no se ha dicho, por ella compuse

mis oratorias que desde su cátedra

nunca más fueron de memoria.

Me dijo que lo que uno piensa

y escribe jamás se olvida.


Gracias a mi maestro

de matemáticas, física y estadística

que hizo de éstas ciencias exactas

la más humanas para resolver

los problemas de la vida.

De él comprendí que todo tiene respuesta

cuando uno no se da por vencido.

“Una mujer preparada jamás será

doblegada” lo repitió tantas veces

como fórmula para avanzar en el camino.


Gracias a quien siendo mi maestro

de inglés me explicó en español

cuán importante es aprender

a decir NO en determinados momentos

para no condenarnos a ser la tabla

de salvación de quienes nunca aprenderán

a buscar las fuentes de información

si se les facilita todos los documentos.

Gracias a mi maestra

de Geografía, Realidad Nacional

e Historia por la que trasnoché

dibujando mapas, reconstruyendo

la línea del tiempo con gráficas,

investigando y formando el pensamiento

crítico de lo que no se dice en los medios,

de aquello que algunos autores

no publican, no les dejaron publicar

o lo censuraron de la opinión ciudadana.


Hoy sin recorrer el mundo

viajo en los mapas que se quedaron

en mi retentiva, medito en los libros

el ayer, reconozco el presente

y se me desbordan las ganas

de cambiar -antes – el después.


Gracias a aquella maestra

evité tachones en mis cuadernos

porque cada mancha de ‘cemento’

en las hojas restaba la calificación.

Desde ahí ahorré en corrector.


Maestras y maestros

que hicieron de mi destino

el arte de vivir

con estilo propio,

que me educaron

con la palabra perseverancia,

a ellos les debo

el saber cómo decir y escribir

gracias a la vida.

Algunos de mis maestros del Colegio "Sara Serrano de Maridueña". Huaquillas - El Oro - Ecuador


Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía:


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