Nunca entendí por qué no crecieron,
más aún por qué cuando les preguntaron
que si les dieran la oportunidad de operarse
se quedaron con la oportunidad de ser
los más pequeños de la clase.
Par de limones mirándose
en mis frustraciones de escuchar
lo que dice mi propio género,
que mi pecho es una tabla en el espejo.
Yo soy el espejo de mis pechos,
los observo bastante tímidos
que se planchan más cuando los miro.
No los dejarían salir en televisión,
no están en los noventa
y tampoco revientan
en ninguna de mis prendas.
A mis pechos no les importa nada,
son tan libres,
no usan sóstenes,
no brincan mientras yo salto.
Mis pechos siempre me dicen
que no quieren
que los toque el bisturí,
menos que el silicón los inflame
de una ilusa belleza.
Son tan graciosos mis pechos,
la mayoría de las chicas
mueren por una talla más,
mientras ellos se quedan aquí
muy satisfechos del tamaño que tienen,
sin ganas de hacerle problemas a mi mente.
Pensé que querían ser un paraíso
en mi cuerpo y me doy cuenta
que se ganaron el paraíso
desde que aceptaron sin reproches
su naturaleza.
Está bien, si ustedes se aceptaron
¿por qué mis reflejos los va a rechazar?,
¡si se ven tan bellos!,
yo no puedo decirles lo contrario.
Par de limones:
me empezaron a gustar
cuando supe que no tenían
esperanzas de crecer
y no es que me conformé,
en lo sencillo de mi autoestima
así me siento muy bien.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Patrizio Vásquez
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