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Foto del escritorTatiana Sandoval Pizarro

Lo siento

Tiene que estar preparada

para cualquier cosa,

¿y qué es cualquier cosa?,

que el paciente se salve

o en cualquier momento

el pitido y la línea recta

que se grafique en esa máquina

anuncie que ha dejado de existir.

Pasó por mi mente que era

muy temprano para que alguien

tuviera que desayunar

una noticia tan dolorosa.

Lo siento señora, usted sabe

que la paciente está muy grave.

No sé si en realidad el médico

lo sentía, a éstas alturas

lo más cotidiano

se vuelve protocolo

de la profesión.

En los pasajes de un hospital

la espera termina matando más pronto

que el desenlace que toque superar.


Llorar no es un consuelo,

mantener la calma

es imposible cuando

las impresiones están demasiado frescas.

Es probable que la ciencia

y los milagros se junten

para dejar en la tierra

lo que todavía no le pertenece al cielo

y es probable que aunque

no se quiera comprender

la muerte deba vencer a la vida

para que descanse en el cielo

lo que no podrá descansar en la tierra.

Cuando vi agachar la cabeza

a aquella señora

sentí que no se resignaría

tan pronto a la muerte de su madre,

que solo quería esconder

sus lágrimas, los demás

la esperaban con noticias alentadoras,

tendría que desde ese instante

aprender a llorar por dentro

y hacer postizas las fuerzas que no tenía.


Si hay mucha gente que se queja

de estar parada, aquí muchos

se irritan de los nervios

de permanecer sentados

para recibir lo mejor

o lo peor del día

que solo se conoce cuando se abre

la puerta del quirófano

y el doctor se acerca a decirte

qué es lo que debes

seguir esperando con paciencia.



Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Mabel Cox


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