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Foto del escritorTatiana Sandoval Pizarro

La vida en tus ojos Nathaly

Era ese mundo

dentro de ti

que me gritaba

desde tus ojos.

Te miraba tan profundo

y tus pupilas

parecían sonreír.

¡Qué deseo

tan repentino

de entrar por tus angustias,

de verme en tus luceros

desde adentro,

de querer sentir

desde tu pecho

este padecimiento

que no te permite

avivar una sola palabra

para los que estamos aquí

tomando tus manos,

viendo pasar

este tiempo tan áspero! Te sonreí desde que llegué y así me despedí de ti. Cuando el espíritu retorne a tu cuerpo  nos espera una fiesta,  habrás dejado el silencio, ese silencio que se escapa de tus labios que tratan de pronunciarme algo, porque sé que me entiendes, sé que entiendes lo que te estoy diciendo y aunque no puedas responderme, la respuesta está  en el destello de tus ojos, en los latidos que puedo leer cuando me acerco más a ti. Casi llevamos los mismos años y el tiempo ha sido implacable con las dos. El tiempo corre para mí y para ti éste hizo  una vasta estación en tu cuerpo. Quiero verte cantar, quiero escucharte decir que quieres vivir. ¡No te detengas! No sé qué digan los médicos, yo te quiero decir que puedes levantarte; tus ojos me dicen que quieres estar de pie, que quieres andar más que antes. ¡Cómo demostrar  mi impotencia ante ti! He llegado hasta aquí  con este ramo de flores de rosas rojas y girasoles para juntas ver los colores que esta vida te debe. ¡Qué injusto verte así! ¡Qué injusto saber de ti antes, conocer de ti ahora e imaginarte todos los días en ese asiento mirando a la nada y la nada llevando el control del tiempo. Contar cómo te vi así, se me queda el alma sin habla. Mis palabras  no son nada, no expresan nada de cómo estás vos en ese cuerpo que no representa tú espíritu, que te ha quitado la facultad de habitar en movimiento este mundo en el que vas haciendo espacio, en el que quisiera que ocupes el lugar que te corresponde. ¡Qué afortunados somos los que con nuestras facultades íntegras nos andamos  quejando de la vida! ¡Qué afortunados somos porque nuestras quejas se articulan y se oyen!, y las de ella, y las de ella nadie las interpreta, nadie las ve saltar de su cuerpo, nadie ni siquiera murmura la quietud de su extraño silencio que en pausa se irá despegando de su existencia hasta despertarla  de este sueño  de vivir  en este planeta llamado Tierra.

Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Tatiana Sandoval


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