top of page

Ilusionada

Actualizado: 24 jul 2021

He dejado que los días

se lleven mi coraje,

mis lágrimas,

las que me arrancaste

del alma

y el alma empañada

de lágrimas

no podía ver la luz.


Me enseñaste a amarte

con tanta ilusión,

yo como buena estudiante

aprendí la lección,

mas en la prueba final

reprobé ante tu astucia

para el engaño y me quedé

con la duda,

si es que me hiciste un corte

en el pecho para saber

si había dentro de él

un corazón, y por eso

me elegiste como tu experimento

o fui yo la que experimentó

el amor con la persona equivocada.

Contigo aprendí a estar

ilusionada y en la ilusión

supe lo que es que te traten

el corazón fuera del pecho

para luego devolverlo

de un sólo golpe.


Dejaste a mis entrañas

que estallaran a girones

de mi seno,

por eso no escribía,

porque no quería bañarte

de sangre con mi melancolía,

porque no quería

que el coraje hablara por mí,

sino mis sentimientos,

los que para ti son sólo ilusiones.


Mientras él dominaba

la mente de su pueblo

y a todos nos resultaba

increíble, siempre me

dijiste que yo era increíble,

tú dominabas mi corazón.

Me ilusionaste no como

la primera vez, sino

como ninguna o tal vez

fui yo la que me inventé

la ilusión como ahora

tú te justificas.


Cuántas veces me hablaste

de Dios, del amor

que te tenía, que creíste

o me hiciste creer que él

movió todo el universo

para que pudieras encontrarme,

para que supieras

que sí era real la mujer

de tus sueños,

a la que esperabas

sin ninguna esperanza,

con tu guitarra guardada

y abandonada en algún rincón.

Si yo ilusioné eso,

debo pensar que era la mujer

que esperabas para vengarte

de aquella que tanto amaste

y que no correspondió

en su momento a tus sentimientos.


Me dijiste que habías

hecho por mí

lo que nunca habías

hecho por nadie.

Y sí… hiciste tanto,

que fingiste estar

enamorado de mí,

que ni tú mismo

te lo creías,

que no creías

por qué yo pude

fijar mis ojos en ti

y sólo te contesté

diciéndote que había

visto tú corazón,

sólo que en aquel momento

mi dimensión era la tuya.


Me enamoraste para

tenerme cerca, para saber

cómo respiraba, cómo lloraba,

cómo desahogaba mis iras,

para saber todo de mí

hasta lo que nunca encontraste,

ni un poquito de malicia.


Escarbaste el territorio

de mi alma con la confianza

que te di, te di la llave

para que desbloquearas

mis ganas de enamorarme.


No entiendo si te hiciste

el bohemio o te hiciste el loco.

Regresaste a acariciar tu guitarra,

a entonarme y a escribirme

una canción, llamándome

tu princesa, la que toma café

amargo en su balcón…

y no terminaste la letra.

Me contaste que no sabías

como finalizar la melodía

ni aún después de que

te conversara de mis zapatos

viejos, los que usé

por trescientos sesenta

y cuatro días, con los que

caminé, corrí, me caí

y hasta dormí,

esperando que mamá

se levantara de su sufrimiento.


En esta ilusión,

no sé si esa canción

también  me la inventé yo,

yo que sólo te narré

mis experiencias

con los desnudos de mi vida.

No sé si querías probar

si era ser humano,

también escuché

tus historias, tus anhelos,

tu vida, la que

supuestamente

querías compartirme.


No sé si conserves

la canción, es posible

que la hayas borrado

como me borraste

la ilusión. Si no es así,

podría entender

que no tuvo final,

porque permanecerá

como un inédito

que debe esperar

un encuentro más,

quizás no para explicaciones,

sino para develar

la frase final,

la que nunca

en este desengaño

para mi fortuna

tuvo un beso,

sino mis labios

estarían desangrando

en su primera caricia.


No puedo guardarte

nada que esté lejos

del amor, porque

soy humana como

no lo creías,

porque me confundí

contigo, porque los

que razonamos tanto,

en cosas del amor

también nos confundimos.


Ilusionada de ti

o ilusionada del amor,

prefiero seguir creyendo

en el amor, sanar mis heridas

y no volver a confiar más en ti,

porque no puedo negarme

el derecho de amar

por la decisión que tomaste

o tomaron por ti,

porque el mundo que me creaste

o que yo formé para ti

sólo fue una cajita de cartón,

una ilusión que se aprende

con corazones dibujados

por todas las paredes

y el llanto corriendo en las esquinas.


Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Patricio Vásquez

Comments


bottom of page