top of page
Foto del escritorTatiana Sandoval Pizarro

Fracturas

Actualizado: 30 jul 2020

Versos de una historia felizmente superada.


Tocaría ese descanso…

ya lo había estado preparando

en cada pedaleada.

Lo tenía planificado

cuando salía con ella

sin mirar alrededor,

cuando nos despistábamos

del carril con el propósito

de volar por los caminos

y olvidar que existe

el verbo aterrizar.


Era momento de esa

dolorosa pausa,

la había estado buscando,

buscando libertad

de dolor mientras andaba lejos

y respiraba distancias

sin pensar en el regreso.


Subir con ella

siempre fue un reto

convertido en el deber

de cumplirlo.

Competía con todos,

menos conmigo misma.

Me obsesioné con las rutas

hasta llegar a vivir el mañana

sin pasar por el hoy,

sólo pensaba a dónde llegaría

cuando aún no amanecía.


Y no existe el arrepentimiento,

subí todo lo que pude

hasta ese día

y bajé por esa última

vez con la sonrisa

coqueteándole al viento

y jugando con la adrenalina.


Era imparable la diversión,

pese a anteriores caídas.

Jugaba también con la vida,

la exponía más del ciento

por ciento. Coleccioné

golpes hasta llegar

al que interrumpiría la colección.


Esquivé los consejos

que me rogaban que pusiera

un poco de frenos

a mis aventuras.

Me hice sorda a propósito,

me fracturé por un instante la vida

con mi terquedad.

Toqué el golpe de los extremos

y aunque lloré

nunca dejé las ganas

de volver a respirar

nuevos caminos en dos ruedas.


Y recuerdo que después

de tanta risa

mientras bajaba extasiada

de velocidad, en segundos

quedé inconsciente y luego

cuando pude abrir mis ojos

me vi en la acera, derramando

mi sangre, observando distante

mi bicicleta. Apenas podía

comprender mi nueva realidad,

no había terminado de bajar,

no estaba en casa contando

los cuatro mil metros de altura

sobre el nivel del mar

en los que estuve y de los que regresé

para presumir con felicidad.


Tocaría ese descanso…

esa pausa que yo misma busqué.

Estaba en el suelo,

sin poder levantarme por mí misma.

Cuando me ayudaron

me desesperé, grité en llantos,

preguntaba por el estado de ella,

quería volverla a subir

para regresar a casa,

quería y quería lo que ya no podía,

el retorno fue en ambulancia.


Desde ahí mi pierna izquierda

ya no pudo sostener mis locuras

y en el espejo me horrorizaba

ante las heridas de mi rostro.

Desde esa pausa traté

de no perder la calma,

aunque no negaré

que algunas veces la perdí.

Con perseverancia me recuperé

y lo que no me mató

me hizo más fuerte

y precavida.


Sólo fue un descanso

que necesitaba para aprender.

La baranda de aquel control

fue la que me frenó

al no usar los frenos de mi bicicleta.


Fue esa baranda

la que me hizo ver estrellas.

Fue un tiempo en el que

en lugar de caminar

salté con un sólo pie

y me apoyé en muletas

soportando el peso

de la férula que llevé

puesta en mi pierna izquierda.


Ahora es tiempo

de seguir viviendo.

Esa fractura no pudo

detenerme, esa fractura

no rompió por completo mi vida

afortunadamente.

Los miedos aún existen,

pero las ganas de vivir

son más fuertes

que todos los golpes

que se reciban.

Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Patricio Vásquez


2 visualizaciones0 comentarios

Entradas relacionadas

Ver todo

Nada

Comments


bottom of page