Lo que no saben los que creyeron
esa “verdad”, es que es una mentira.
De mi pobreza hice
mi camino a la felicidad,
de mis derrotas
construí mis victorias.
Me he cansado de decir
la verdad, me he cansado
de gastarme la garganta
diciendo que no he recibido nada
y aunque me abra el pecho,
la verdad nunca será escuchada
porque su sordera
solo les permite
creer lo que inventen los demás
y no lo que yo pueda defender
habiendo entregado
toda la sangre de mi verdad.
Lo único que tengo ‘billeteada’
es el alma de paz,
de vivir aquí donde
las circunstancias
me fueron trayendo
hasta formarme un nuevo trayecto.
Vivo en el encuentro
entre el cielo y la tierra,
y no entre la tierra y el cielo,
aquí el viento ha mecido
todos los recuerdos.
Me falta todo,
pero tengo lo suficiente,
tengo tanta paz
que la ausencia de lo material
no se siente porque
estoy inundada
del bienestar
que me obsequia
la naturaleza.
Estando aquí pienso
que la vida tiene
sus recompensas
y qué mayor recompensa
que habitar estas tierras
que me sitúan cerquita
de la belleza del firmamento.
No lo quiero alcanzar,
tengo bastante con verlo
tendido todos los días
sobre los valles,
y cómo las nubes
parecen besarles.
Y entre las equivocaciones
que he coleccionado,
este es uno de mis tantos
aciertos. Era necesario
equivocarme para viajar
a otros lugares
y encontrar mi paz
no en los viajes
sino en la estadía
de mi alma indomable.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Mabel Cox
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