Te arrancaron del seno de tú madre
para botarte en un terreno baldío.
Tus ojitos aún permanecían engomados
de lagañas, tus patitas temblorosas
apenas lograban dar un pasito
para buscar a alguien que te amamantara.
Maullaste con insistencia
para que te rescataran del hambre,
de la inclemencia del tiempo
y tuviste respuesta, mis hermanos y yo
te adoptamos, te dimos leche, te limpiamos
y te dimos un nombre en honor a tú color,
por eso ahora eres El Negro,
nuestro negro juguetón de ojos azulados.
Te integramos a nuestra familia
porque eres un ser de la naturaleza
que merece que su vida se respete
y a falta del calor de tú madre felina,
están estos seres humanos que te cuidarán
con amor hasta que puedas defenderte.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Tatiana Sandoval
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