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Foto del escritorTatiana Sandoval Pizarro

Derroche de vida

Amaneció el día y la noche

en este mundo de derroche.

Ana se revienta una espinilla

frente al espejo de su baño.

Eduardo hace poco se acostó,

el turno de la noche lo derrotó.


María espera el bus

en la estación equivocada,

nadie le dará la dirección

de su vida si se queda

en el mismo sitio, guardando

en el silencio las ganas

de cruzar la calle,

las ganas de preguntar

cómo puede llegar a su destino.


Fernando no encuentra motivos

para seguir viviendo.

Estefanía encontró en la vida

los motivos para superar

la enfermedad que hasta ahora

la había vencido.

A Carla le celebran sus quince años

con el préstamo que sus padres

hicieron en el banco.

Los cincuenta años de Juan

son otro pretexto

para que sus hijos

puedan celebrar con cerveza

los años dorados de su padre.

No hay cama para todos,

es por eso que cada vez

que viajo de un sitio a otro

me doy cuenta que los puentes

se van convirtiendo en albergues.

Rosa no tiene vestido nuevo

para la fiesta. A Clara

le faltan los accesorios,

a Maritza los zapatos

y a Diana le prohibieron

ir a bailar.


En la iglesia los que están cerca

se dan la paz, afuera

Francisco es víctima de asalto,

se le llevan su celular

y ahora sus manos

sudan y tiemblan.


Panchita escurre y tiende la ropa,

el arroz ya mismo se le quema,

el pequeño Bernardo juega

a la huelga en la cocina

golpeando las ollas que encuentra.


Roberta pone la ropa a la lavadora

y se enoja porque hoy no le funciona.

Rodrigo no sabe cómo decir

que ha mentido todo este tiempo,

Carolina está amenazada

por publicar la verdad en los medios.

El tráfico en la ciudad no se soporta,

alguien se toma un tinto

para calmar el frío.

Gloria toma pastillas para dormir,

Agustín vive dopado

para soportar el dolor,

Tomás se alza una copita de ron

para controlar los nervios

y los que se dejaron vaciar

la vida se consumen todas

las drogas que los gobiernos

prohíben con las leyes

y permiten con el dinero.


En este mundo de derroches

el capital no es suficiente

para la vanidad

y está demasiado escaso

para la necesidad.

Nadie se conforma con lo que tiene,

nadie intenta ser feliz

con lo que le falta.


Siento que no cruzamos las calles

sino las vidas y en ese cruce

no sé si nos demos cuenta

que quejarse de lo que cada uno vive

es un berrinche superfluo cuando

a Julieta el médico

le ha dicho que le quedan

dos meses para respirarle

o llorarle a esta vida.

Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Patricio Vásquez


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