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Foto del escritorTatiana Sandoval Pizarro

Deme razones

Deme una razón por la que yo

pueda vivir cuando usted

se aleje. Deme dos razones

por las que no pueda ahogar

mi respiración en su hablar.


Deme tres, cuatro y una razón más

para entender por qué su pecho de acero

está golpeando el latir de mis sentimientos

y está declamando la caricia

de su último sueño.

Deme por favor diez razones

que al desnudar el alba

se dupliquen en sus miradas.

Deme sus labios en el callar de mis manos

que no pueden detener el tiempo

ni el daño que nos hacemos por amarnos.

Deme diez por tres razones para no extrañar

sus besos tan complejos,

deme el desvestir de sus palabras

casi perfectas en mis desaciertos.


Déjeme atar sus dedos a mis dedos,

déjeme probar junto a usted

los años que no tengo.

No me importa ser prisionera de sus viejos

tiempos, no me importan sus ojeras

si me diera treinta y dos razones

para no quererlas.


Deme treinta más diez razones

para limitar el aire y dígame

¿quiénes se benefician con

el fin de este inesperado amor?

Deme usted cuarenta y dos razones

para pensar en disparates

y yo sé que mientras usted

toma el café y yo aquel té,

la ebullición de mi dolor

y su dolor arruinará

la más mínima esperanza.


Deme sus caminos de cuarenta

y tres tropiezos y déjeme la locura

de querer tenerlos.

Vuestras preocupaciones parpadean,

otra vez la tarde se acerca

y el vapor que de vuestras tazas

se ahuyenta hace más imposible

el deseo de que vuestro amor tardío

sea eterno aunque no esté en el cielo.

Usted merece respeto, la sociedad

explicaciones para no comprenderlas,

y yo, y yo señor que ya entendí

sus cuarenta y siete razones

he logrado entrar en su vida

con diecisiete caricias que hoy

han degustado la humildad de las heridas.

Y sólo entiendo que no hay nombre

para esto si a mi edad puedo

confundir el amor;

eso es lo que usted piensa y lo que

todos argumentan, pero no señor,

usted con su amplia experiencia ha podido

caer en los brazos de la inocencia.


Señor usted un hombre,

yo casi una niña

para las lenguas, la ley terrenal

va a juzgarlo. ¡Ironía!, la ley

jamás ha castigado a los que obligan.

¿Por qué a nosotros,

si es la voluntad de vuestras vidas?

Demasiadas razones entre usted y yo,

números que desacreditan nuestro amor

y ¿sabe algo más señor?, sus primeras

líneas de expresión y las astutas

canas de sus cabellos se me olvidaron

porque amarlo es más que conocer su cuerpo,

es más que entregarse a su lecho;

amarlo a usted no es cuestión

de madurez para hacerme mujer,

no es capricho de un momento,

no es equivocación de la que pueda

sentir arrepentimiento.


Las razones para amarlo se sintetizan

en la dificultad para lograrlo

y es que su testarudez es miel

cuando charlamos, amarlo es

intentar explorar sus cuarenta

y siete años que me restan razones

y me dan de beber su pasado.

Yo insistí comenzar este amor,

usted lo consintió

sabiendo que la dichosa moral social

iba a debilitar su gallardía

y con esto permitió que vuestros

corazones sean dos cadáveres

que aun en su estado deplorable

no dejan morir el amor y la razón.


No olvide que las razones

de sus cuadros y pinturas

llevan la marca de las penas

de mis besos y mis poemas

sus lienzos blancos. Ya no

le puedo pedir razones,

pero si el favor de que suelte

 mi brazo. Pinte sus lágrimas,

olvide el ocaso, corrija el

ademán de su ceja, quítese

la piel de reptil que usted

no es veneno ni el hombre furioso

que todos piensan, perfume su soledad,

configure las notas de su violín

y regrese a su tiempo,

ahora soy yo quien lo aleja,

deje en libertad las razones

y déjeme a mi volar con ellas.

Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Patricio Vásquez


¡Muchas gracias por compartirme su tiempo! Si estos versos les gustaron y consideran que pueden gustarles a otros no dejen de compartirlos. ¡Sean felices siempre! 😃


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