Cuando pedaleas por las montañas te reencuentras con la naturaleza siempre tan desafiante y maravillosa y aquí donde ustedes creerían que nadie habita, hay gente que camina distancias muy largas, que subir y bajar la montaña es su rutina. Y aunque hay señal para los teléfonos celulares, aquí todos viven el día a día sin depender de la tecnología. Los niños y niñas se divierten con tanta inocencia sin pasar viendo vídeos en YouTube, las mujeres están dedicadas a las labores agrícolas y es aquí donde hago un alto, pues en nuestra nueva ruta en bicicleta tuvimos que hacer varias paradas para no perdernos del trayecto (ya sé que existe google maps, pero en ciertos momentos los caminos con los que te encuentras para llegar a la montaña de destino te confunden y solo la gente que vive ahí conoce de memoria el sendero sin google maps), entonces, preguntamos a una de las mujeres de este lugar, una mujer atenta que supo indicarnos correctamente el camino, una mujer que se encontraba en sus labores agrícolas, para la que seguramente no hay tiempo para las telenovelas, peor aún para presumir su maquillaje y su cuerpo a cada momento en redes sociales con las selfies o tomándose fotografías frente al espejo, una mujer para la que el trabajo es su mismo deporte y el peso no tiene importancia, pues se mantiene en actividad física y come saludable sin hacer dietas todo el tiempo.
Cuando pedaleas valoras las verdaderas actividades que te hacen libre y que te permiten vivir sin ese estrés con el que viven los que nunca abandonan la ciudad para adentrarse a la verdadera civilización.
Cuando pedaleas te disfrutas sin maquillaje, sudada y feliz de sentir el viento, el sol, la lluvia y los olores del bosque .
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Patricio Vásquez
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