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A su majestad señor mar

A su majestad solo soy

la efervescencia de sus olas

que a veces pasivas

me humedecen los pies,

esos pícaros que no paran

de sacudirse y saltar en la arena,

esos que se escarchan a su orilla

cuando el crepúsculo refresca al cielo

y el sol se sonroja al abatir en usted.

A su majestad solo soy

la sal de sus aguas precipitadas,

de sus olas encorajinadas,

de su deseo vehemente

de arrasar con todo

porque trae en la corriente cálida

el llanto de un niño

que no sabe si mañana podrá construir

castillos de arena en sus riberas.


A su majestad siento

que me lleva con usted

cada vez que trae una ola nueva,

una más impresionante que otra.

Es frío en mis extremos,

es la liberación de mi cuerpo

en esa guerra de retirarme con mis sueños,

es el bálsamo más profundo

que no ha dejado de serenarme la piel.

Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Tatiana Sandoval



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