Y así como he experimentado momentos en los que las ganas de luchar me sobran, al punto de parecer una chica desorbitada queriendo flotar en este mundo, también he pasado por instantes muy profundos en los que las ganas de continuar en la batalla de la vida simplemente ya no tienen ganas. Así es, esta es una de mis experiencias más cumbres en estados que no son compartidos a menudo, pero que los vivo.
Llegar a casa con un cuerpo que solo me conduce a reposar en mi cama con la luz de la habitación apagada, los pensamientos bloqueados por un largo tiempo, la mirada fija hacia el techo y aunque quiera levantarme sentir que ya no lo puedo hacer, es cuando he sentido que mis ganas se han perdido y no sé si las pueda recuperar una vez más, estoy segura que sí, pues siempre me he levantado con la fuerza de mi voz interior, pero no es una obligación estar de pie todo el tiempo, hay momentos en los que merezco estar sin ganas y quedarme así hasta que sienta que estoy lista para volver.
Hoy es un día con muchas ganas en el que quise escribir sobre las ganas de luchar que en algunos instantes perdí o puedo volver a perder cuando menos lo espero.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Tatiana Sandoval
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