Cada 1° de Mayo se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores, y es necesario reflexionar que aunque seamos contados como empleados, en realidad somos la fuerza de trabajo de todas las empresas y negocios existentes. Comúnmente se nos enseña que sin el empresario arriesgado nosotros no tendríamos trabajo, pero la verdad es que los empresarios requieren de la fuerza de trabajo para que su negocio funcione, pues ellos solos no podrían sacar adelante la empresa sin las hormiguitas trabajadoras. Por tanto, el capital de una empresa es la mano de obra.
En el modo de producción capitalista, es a través del salario mínimo o también denominado salario básico (que alcanza para sobrevivir) con el que se asegura la reproducción de la fuerza de trabajo. Así, pasamos a ser los llamados “asalariados”.
Por otro lado, las empresas establecen que el trabajador no solamente debe dar su fuerza sino también debe ser competente, eficaz, obediente, sumiso (orden establecido), es entonces cuando se crean los puestos de trabajo según la jerarquización, la calificación de la mano de obra y la profesión. De esta manera, se divide a la sociedad en clases de conocimientos de mayor a menor, y al mismo tiempo se colocan en escala de valores las distintas profesiones. En la sociedad no vale igual un artista plástico que un abogado, entre otros. Se menosprecian las profesiones por rango de títulos y desde la misma escuela se nos enseña a obedecer, se nos amolda con técnicas y habilidades para responder a los puestos de trabajo establecidos en el mercado.
Finalmente, no olvidemos que el trabajo digno es un derecho no un negocio. Ninguna profesión es superior a otra y no tener profesión tampoco te hace menos a nadie. Trabajar en algo muy distinto al título que obtuviste, no te convierte en un fracasado, pues en este medio todos somos sobrevivientes de alguna forma. Nos encontramos en un sistema social donde buscar trabajo también se ha convertido en un trabajo, los despidos laborales intempestivos se han disparado, y en tiempos de pandemia de la Covid-19, el número de desempleados y trabajadores informales se han incrementado vertiginosamente. Como siempre insisto, hay mucho que desaprender para aprender, en este caso desde nuestro rol como trabajadores.
Artículo: Tatiana Sandoval
Fotografía: Mabel Cox
Diseño: Tatiana Sandoval
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