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Foto del escritorTatiana Sandoval Pizarro

Perder a un hermano

Actualizado: 28 nov 2020


Nunca estás preparado para nada

que te suspenda el aire

sin ningún aviso

cuando andabas muy feliz

respirando la vida,

cuando él respiraba todavía.

Nunca estás preparado para morir

y mucho menos para ver

a los tuyos partir.

Nunca la nada se te vuelve

un abismo del que se hace

difícil salir cuando sabes

que él, tu hermano

ya nunca más estará físicamente contigo.

Queda prepararte para lo que ocurre,

para eso que no comprendes,

para eso que te arrebata

lo que amas mientras

permaneces dormido.


Nunca esperas con el ir y venir

de los días

que de repente te esté esperando

una llamada, esa llamada

de media noche que te hace

girar trescientos sesenta y cuatro

grados de agonía.

Recibes la peor noticia en esa llamada

y quieres tu también morir al escucharla.

Después de 8 años de haber superado

la enfermedad cardíaca de mamá,

un golpe violento vuelve a recibir

tu corazón y tus pensamientos.

Es tú hermano, el menor de todos,

el que dejó la tierra, él que cierra sus ojos

para siempre y tu no lo pudiste

ver antes de que todo sucediera.

Un accidente, un accidente,

un accidente que te destroza

y de ese accidente tienes que escuchar

que tu hermano perdió la vida.


Las lágrimas brotan descontroladamente,

gritas, te repites que es una pesadilla,

quieres volver a conciliar el sueño

y despertarte nuevamente creyendo

que nunca escuchaste pronunciar

lo que no querías y eso se vuelve imposible.

Te quedas en silencio por momentos,

casi inmóvil, con la mirada fija

y en total desconcierto.

Vuelves a reaccionar, continúas frío,

miras fotografías

y los recuerdos van atormentando tu mente.


Éramos tres, nos quitaron a uno,

impactaron al más pequeño,

al más alegre, al más soñador,

al que muchos gozaban

y el qué tan poco gozó de la vida.


No hay palabras que calmen tu dolor,

no hay acciones que te comprendan,

todo parece un caos

y no tienes idea por dónde empezar

a ordenar cuando sabes

que te falta una pieza.

Estabas distante de tu hermano,

habitaban diferentes ciudades,

pero tenían muchas ganas

de volver a verse en diciembre,

de cerrar un nuevo año

con todos presentes.


No te explicas nada

ni tienes ánimos de recibir explicaciones.

Sabes que te falta uno

y que de ahora en adelante

debes vivir con ese faltante.


Empiezas a ver la vida más corta,

tú también te imaginas en poco tiempo

dentro de esa caja

y con locura piensas

que todo estaba escrito,

sólo que no lo habías leído.


Que son los designios, puede ser,

que está en un mejor lugar, no lo dudas,

que hay que tener resignación, no es nada sencillo.


Perder a un hermano

es como perderte del camino,

es derribarte y mantenerte de pie,

es llorar así te digan que no debes

llorar más. Nunca, nunca

dejarás de llorar la pérdida de tu sangre.

El corazón no se recupera fácilmente.


No eres fuerte, eres cobarde

y porque eres cobarde aprendes

a ser fuerte.

No eres de hierro,

eres humano y tienes que explotar

todo el sufrimiento que carga tu cuerpo

y tu alma.


Perder a un hermano te parece

un acto de injusticia

para el que no existe apelación

y nos queda aprender a vivir

con todo lo que trae la vida

desde que fuimos concebidos.

Se pierde a un hermano en la tierra

y se gana un ángel de gran valor

desde otro espacio, ese espacio

que todavía no conocemos

los que estamos vivos

y al que en algún instante volaremos.

Aprenderás a recordar con felicidad,

aprenderás a vivir con el dolor.

La vida duele y el dolor

es un acto de purificación.


Es natural que los estados

de ánimo se te confundan,

continúas llorando y el llanto

quiere llevarte a dormir lo eterno

de todo este padecimiento.

Quieres reír entre lágrimas creyendo

que se trata de una broma

de mal gusto, quieres manifestarte

desde todos los modos,

quieres sacudirte del torbellino,

quieres continuar viviendo a pesar de todo.

Aún te quedan esperanzas,

confías en que vendrán tiempos de dicha

que serán más largos que todos

los momentos de angustia.


Dices hasta pronto a tu hermano

y ahora desde algún modo

tratas de prepararte para ese viaje desconocido.


   MICHAEL RUSSBEL SANDOVAL PIZARRO

 07 de diciembre de 1993 - 11 de noviembre de 2018


Artículo: Tatiana Sandoval

Fotografía: Anónimo


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